Pedir perdón: una táctica para alcanzar el éxito

«Creo que pedir perdón es el gesto más mágico, reconciliador y reparador que puede hacer un ser humano. Es la esencia del trabajo que hago con los ejecutivos deseosos de mejorar», afirmó la autora Marshal Goldsmith en su libro “How Sucessful People Become Even More Successful” («Cómo la gente exitosa se vuelve todavía más exitosa»)

El acto de pedir disculpas es un gesto honorable, reconciliador y reconfortante.

Pedir perdón no te rebaja la dignidad, al contrario, afianza tu imagen de persona honesta y responsable de sus acciones.

Tanto en lo profesional como en lo personal, pedir perdón es un gesto mágico que cicatriza las heridas emocionales. Todas las disculpas, desde las más pequeñas, hasta el perdón del presidente Lincoln al pueblo por la esclavitud en Estados Unidos, merecen ser consideradas como una actitud mágica.

Si consideramos de forma adecuada el poder de la disculpa, veremos que, en términos de negocios, pedir perdón puede ser una estrategia inigualable. Entre todas las cosas importantes que se pueden utilizar como herramienta, no hay ninguna que tenga la fuerza de la disculpa.

«Pido disculpas», «lo siento», «es mi culpa», «me siento responsable de esto». «Sí, tal vez hubo otros factores, pero yo tuve mucho que ver en este problema».

Estas palabras mágicas refuerzan las relaciones. Aclarar un problema, resolver un malentendido… Todo esto impulsa la relación y la vuelve más sólida.

Di la verdad y actúa con transparencia para que entiendan tu problema

En marzo de 1977, en la empresa de Aguas de Solares, una marca que llegó a tener una cuota de mercado del 50%, se supo que su agua mineral contenía una bacteria que, aunque no era perjudicial para la salud, estaba prohibida. Solares basó su estrategia de comunicación en la saturación publicitaria, dejando a un lado la actividad de relaciones públicas. Se equivocó, no rectificó y hoy en día ocupa un lugar insignificante dentro del mercado.

Un caso similar, pero resuelto de forma más exitosa, fue el de Perrier. En 1990 se detectaron en sus botellas de agua mineral concentraciones de benceno tres veces superiores a las permitidas. La reacción inicial del grupo francés fue la de retirar del mercado una partida de botellas y minimizar la importancia del suceso. Las ventas empezaron a resentirse y Perrier reaccionó, reconociendo y admitiendo el problema e iniciando una campaña de comunicación que le llevó a pedir disculpas a los diferentes públicos. La empresa reconoció su error, rectificó a tiempo y hoy ocupa, nuevamente, el liderazgo.

Habla con tus compañeros sobre la efectividad de la disculpa

Trátala como una práctica profesional. Reconócela como una de las pocas que pueden formar parte de las competencias estratégicas clave.

Surge un retraso en un proyecto y es evidente que el principal culpable eres tú. Rara vez la culpa corresponde a una sola persona, pero decides cargar con toda la culpa.

La actitud de pedir disculpas y reconocer los desaciertos es una conducta caballerosa que sirve también para persuadir a tu interlocutor de que tú eres una persona sincera, dispuesta a aprender de sus errores y que quiere cooperar en todo lo que sea necesario para lograr objetivos comunes. Este comportamiento satisface los sentimientos del prójimo, quien posteriormente se convertirá en un aliado que te ayudará a lograr tus objetivos personales.

La humanidad quiere disfrutar de tu grandeza espiritual. ¡Muéstrala con orgullo!

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Luis Carlos Lamadrid, investigador de la superación personal.